La pelea con mi piel viene de largo. En concreto desde los 11 años cuando aquella pequeña espinilla hizo su aparición estelar en mi nariz.
Mucho ha llovido y mucho más ha cambiado desde entonces. Si queréis conocer mi historia y los trucos que he ido aprendiendo por el camino quedaos hasta el final.
Mi piel siempre ha sido grasa. Es algo que agradeceré cuando sea anciana y no tenga arrugas (como todas las mujeres de mi familia) pero que básicamente me amargó durante mi adolescencia. Tuve acné bacteriano y fui una de las primeras en tomar Roacutan.
Después de 2 años conseguí solucionar mi problema pero el tratamiento me dejó la piel deshidratada, lo que ahora me hace un espécimen curioso: tengo piel grasa sensible deshidratada. Gracias a internet he podido descubrir que no soy tan rara como creía y que somos muchas las que sufrimos este sin-sentido facial.
Después de 2 años conseguí solucionar mi problema pero el tratamiento me dejó la piel deshidratada, lo que ahora me hace un espécimen curioso: tengo piel grasa sensible deshidratada. Gracias a internet he podido descubrir que no soy tan rara como creía y que somos muchas las que sufrimos este sin-sentido facial.
Hablemos de... limpieza
La parte más esencial de nuestra rutina (sobre todo si tenemos piel grasa) es la limpieza. No hay mejor sensación que la de la leve tirantez que siento cuando me aclaro el jabón del rostro. Siento que me puedo comer el mundo... hasta que 2 horas más tarde descubro que mi frente es un espejo. Aunque sea lo que más me llame evito usar productos con alcohol (o con azufre, como aquella pastilla rosa de olor indescriptible que te recomendaba la farmacéutica) ya que al final se consigue el efecto contrario.
Los grandes aliados de mi rutina han sido las aguas micelares y los jabones con glicerina y árbol de té. Ayudan a regular la grasa pero no resecan.
Para desmaquillar nada mejor que el bálsamo de camomila de The Body Shop. Es un aceite, sí, pero no deja ninguna sensación pegajosa tras su uso y se lleva hasta el maquillaje más persistente. Es mágico ❤
Hablemos de... tratamientos
La discusión de si el tónico es importante o no es el cuento de nunca acabar. Yo sólo puedo deciros que es un paso agradable de mi rutina y que ya sea el de caléndula de Kiehl's, el de árbol de té de LUSH o el de Manuka de Ziaja es un placer rociarse el rostro con una bruma calmante.
Al igual que con los jabones intento buscar alguno que no tenga el alcohol como primer ingrediente, algo demasiado típico en los tónicos indicados para pieles grasas. Todas hemos mudado la piel tras usar el sistema de 3 pasos de Clinique ¿verdad?
Aún así el acné no me ha abandonado del todo: cada mes algún inquilino intenta aparecer por algún sitio de mi cara. Para quitarle las ganas uso un poco de aceite de árbol de té. Aplicado directamente sobre el grano o mezclado con nuestra hidratante ayuda a mantenerlos a raya. Este de The Body Shop no está mal pero tiene muy poca concentración así que no es de los más efectivos.
Hablemos de... sérums
Este paso ha sido con el que realmente he notado una diferencia en mi piel. La deshidratación es un auténtico coñazo y es muy visible a simple vista (sobre todo si os soléis maquillar) así que hay que tratarla cada día.
Los mejores sérums que he probado y con los que sí he visto resultados han sido el Hydro-Plumping de Kiehl's y el Aqualia Thermal de Vichy. Ambos se absorben enseguida y notas la piel más rellena al instante. Otro de mis últimos descubrimientos han sido los aceites para pieles grasas. Sí, has leído bien. Uso este aceite de loto de Clarins para regular la grasa de mi piel. Me he llevado tantos años usando toda la gama de Clearasil y Clean & Clear que finalmente me han pasado factura. Eliminando toda la barrera protectora de mi piel sólo conseguía que crease más sebo como respuesta. Pero ¿qué iba a saber una chica de 14 años sobre el pH y el manto ácido?
Hablemos de...hidratación
Uno de los grandes fallos de toda piel grasa es pensar que no necesita hidratarse. Total, ¡ya creo mi propia grasa! Pero es que la hidratación no tiene nada que ver con la grasa sino con el agua: hasta que no estudié griego no vi la ironía de que su propia etimología lo estaba diciendo a gritos.
Lo importante es buscar una crema con base de agua, de textura ligera y fácil absorción. Ahora existen multitud de opciones pero en mi época la idea de crema facial era un bote azul de Nivea. Mi única opción era la cosmética de farmacia: marcas como La Roche-Posay, Avène, Isdin, Vichy... eran mi salvación. ¡Pero a qué precio! El idilio aún nos dura y siguen siendo mis firmas de cabecera. Se le han sumado Clarins y Bioderma: ambas son un pecado para la cartera que mi piel agradece muchísimo.
Un producto que he empezado a usar desde hace poco es el contorno de ojos. Como no tengo ojeras, bolsas ni líneas de expresión de momento me apaño con el de Benefit o el de MAC. Este último tiene una lista de ingredientes muy interesante y aporta mucha luminosidad.
Hablemos de... protección solar
Desde pequeña me he embadurnado en crema solar. Aquella blanca y pastosa que actuaba como yeso y no dejaba pasar los rayos del sol. Además mi madre me ponía una camiseta de mi hermano mayor que me llegaba hasta las rodillas, un gorro y unas gafas de sol de florecitas. Parecía demasiado pero vista la evolución de la capa de ozono debo estarle muy agradecida. Actualmente no tengo ni manchas ni pecas y nunca me he llegado a quemar gravemente.
La piel tiene memoria y toda esa exposición acaba dando la cara en el futuro. Ya no sólo basta con protegernos en la playa: caminando por la ciudad, en la montaña e incluso en la nieve en pleno invierno podemos dañar nuestra piel fácilmente.
Soy la típica amiga pesada que recomienda a todas sus conocidas un protector solar así que ahora lo haré con vosotras. Mis favoritos son el Anthelios XL de La Roche-Posay y el nuevo Skin Defence de The Body Shop. Ambos dejan un tacto seco y son perfectos como prebase de maquillaje.
Y tan importante es aplicarse el protector como renovarlo cada ciertas horas. Para ello la brocha XpertSun de Singuladerm está genial. La pena es que sólo tiene 3 tonos y el más claro me viene oscuro.
Hablemos de... mascarillas
Hace poco os hice un post bastante extenso en el que os hablaba de las múltiples mascarillas que había estado usando últimamente. Es un paso de mi rutina que me gusta hacer cuando me apetece mimarme un poco. Mis preferidas son las de crema/pasta con base de arcilla, perfectas para una piel grasa. Dejan esa sensación de limpieza y "gustosa tirantez" que os comentaba antes además de purificar y nutrir.
Un par de veces por semana viene genial una exfoliación suave: la pasta de Ziaja de la que siempre os hablo o la de calabaza de Peter Thomas Roth tienen el gránulo perfecto para no irritar la piel sensible y aún así limpiar en profundidad.
Y por último... leamos
En un tema como el cuidado de la piel cada persona tiene sus trucos. Lo que le funciona a unas le va fatal a otras y viceversa. El viejo modo de ensayo-error es una buena forma de averiguar qué nos funciona y qué no. Como cuando una chica de Sephora me aplicó un sérum con ácido salicílico (un ingrediente muy bueno para pieles con acné) al que resulté ser alérgica.
La quemazón y el picor posteriores me hicieron plantearme que antes de comprar cualquier producto quizás debía preguntarme qué NECESITA mi piel realmente. Sabemos de cremas, de lociones, de marcas... pero no de lo que nuestra piel nos pide. Cada etapa es distinta, cada estilo de vida pide formatos diferentes... y cada piel es un mundo.
Una de las mejores formas de conocer nuestra piel es acudiendo a un dermatólogo. Yo fui a uno durante casi 3 años y gracias a él descubrí que mi acné no era el típico adolescente después de probar todos y cada uno de los remedios naturales que encontraba.
Una alternativa más asequible es acudir al stand de una firma cosmética y que te hagan un pequeño chequeo sobre el estado de tu piel, aunque sinceramente nunca ahondarán tanto como un profesional. Pero bueno, para empezar es una buena opción.
Desde aquellos años he tenido curiosidad por saber entender las señales que mi cuerpo me mandaba a través de mi piel: cuándo estaba comiendo bien, cuándo mal, cuándo el estrés me hacía mella, cuándo necesitaba dormir más horas...
Para entender esos signos he preguntado y leído mucho. Libros, artículos, prospectos, blogs... de todo. No soy una experta en el tema pero sí soy una experta en mi piel.
Como os recomendaba en el anterior post el libro de Charlotte Cho me ha parecido muy interesante y educativo. El de Sali Hughes se queda un poco más en la superficie en cuanto a cuidado de la piel pero explica muy bien los principales ingredientes de los cosméticos, un dato importante a tener en cuenta a la hora de comprar cualquier producto. Así que si os interesa el tema son unas muy buenas opciones para iros adentrándoos en este mundo.
Además si sois chicas 2.0 el blog de Caroline Hirons es toda una institución a seguir. ¡Super recomendable!
Espero que mi historia os sirva de ejemplo y que aprendáis de mis errores. Será un placer conocer las vuestras así que hoy más que nunca ¡no dudéis en comentar!
Increible el post!!!
ResponderEliminarY usamos casi los mismos productos!! El mejor el serum!! ��
El contorno de ojos de MAC me lo compré por tí! Jajajaja estaba a punto de terminar el mío y quería probar alguno nuevo :P
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