Durante todo el mes de agosto no sólo me tomé unas vacaciones del blog, sino también del consumismo.
Hoy os cuento los motivos que me impulsaron a este #NoBuy y las conclusiones que he sacado de este reto.
Nunca he sido una compradora compulsiva ni he gastado grandes cantidades de dinero al ir de compras, pero sí había notado un patrón de conducta consumista en momentos muy específicos: cuando estaba peor de la ansiedad, cuando estaba triste o cuando estaba rodeada de descuentos.
Si me sentía mal por algún suceso de mi vida tenía el impulso de comprar algo, aunque fuese una tontería insignificante, para intentar sentirme mejor. Obviamente la recompensa duraba lo que tardaba en salir de la tienda, por lo que volvía a sentirme mal y encima tenía menos dinero en la cartera.
También los falsos reclamos de 2x1, rebajas, descuentos... tanto en tiendas como en correos de tiendas online me producían la sensación de que estaba ahorrando cuando en realidad era todo lo contrario. No me malinterpretéis: si algo que necesito/quiero está en rebajas aprovecho para comprarlo, pero ya no compro cosas PORQUE estén rebajadas, if you know what I mean.
Tras empezar con el minimalismo, el zero waste y el veganismo mi forma de ver el mundo ha cambiado drásticamente. Ya no me siento bien comprando como antes, ya sea por el recorrido que tengan la ropa (hecha en el tercer mundo y en condiciones lamentables para sus trabajadores) o el maquillaje (testado en animales o con ingredientes de dudosa calidad) que antes compraba como por la cantidad de residuos que su fabricación/desecho conllevan.
Apenas compro alimentos que lleven embalaje, compro en mi mercado local en vez de en grandes superficies, uso elementos reciclados o reutilizables, si necesito algo de ropa voy a tiendas de segunda mano y prefiero antes pedir prestado o intercambiar que comprar.
Este era mi punto de partida a finales de julio: estos meses atrás con el cambio y limpieza de mi neceser había tenido que invertir de nuevo bastante dinero y quería recuperar un poco de esa inversión dejando de comprar un tiempo y vendiendo lo que aún estaba en buenas condiciones.
Entre mis reglas estaban el no comprar nada de ropa, maquillaje/belleza, libros... Al principio pensaba que iba a ser tarea imposible, porque muchas veces compraba cosas muy insignificantes (un lápiz de 2€ por aquí, un jabón de 3€ por allá, una camiseta de 5€ por ahí...) que en el momento no parecen gran cosa pero que cuando empiezas a sumar descubres a dónde se ha ido todo tu sueldo. Pero para mi (grata) sorpresa ha sido bastante fácil: de hecho estoy pensando seriamente en alargar este #NoBuy durante todo el tiempo que pueda.
Que esté haciendo el #ProjectPan anual y el armario cápsula también ha ayudado: quedándome sólo con lo esencial y regalando/vendiendo lo que no uso he conseguido mucho más espacio, tiempo y paz mental. Ver que terminas cosas por completo o que sacas el máximo partido a lo que tienes resulta más gratificante que comprar algo nuevo, y también hace que todo lo que incluyas en tu vida esté más meditado y tenga más valor.
¿Que tú nunca has tenido este problema? ¡Pues mucho mejor! Pero en la sociedad que vivimos esto es más común de lo que pensamos y muchas personas ni se han dado cuenta aún de que les pasa. Hemos hecho que ir de compras sea una actividad social en vez de una necesidad puntual y el consumismo nos bombardea constantemente por todos lados, así que si esto te ayuda a abrir los ojos o a hacerte pensar más detenidamente en tus compras futuras me daré por satisfecha :)
Y vosotras, ¿habéis probado alguna vez un reto de este tipo? ¿Qué tal fue vuestra experiencia? ¡No dudéis en comentar!
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